En mi vida como consultor, maestro, coach, hijo, padre, líder, y en mis inicios como terapeuta, me encuentro con las personas que viven con base a las urgencias que la “vida” les presenta, posponiendo siempre lo importante, quedando esto como un bonito sueño, porque lo urgente hay que atenderlo para poder sobrevivir.
En las empresas, es increíble como lo urgente domina el día a día; cualquier buena intención, planeación o intento por cumplir objetivos, es mermado, eliminado e incluso olvidado por atender la premura. Si los miembros de una sala de urgencias de los hospitales, observaran las celeridades de las organizaciones, quedarían más que asombrados, en el mejor de los casos, y más asustados por la cantidad de diligencias que suceden en la empresas, mismas que casi nunca superan en cantidad a las de un hospital, sobre todo si se toma en cuenta la sala de urgencias.
En los hospitales, hay un equipo dedicado a las emergencias, y esa es su especialidad; en las organizaciones, no hay equipos localizados para las urgencias, aunque usualmente, la gran mayoría está atendiendo premuras, esa es una gran diferencia. Por supuesto que las diligencias existen en las organizaciones, así como en los hospitales, pero la gran mayoría de las situaciones no puede ser urgencia, ya que en caso de ser así, se estaría bajo un esquema de guerra.
Cuando las organizaciones tienen los siguientes síntomas:
- Estamos trabajando para cumplir una petición de la dirección
- Tuvimos una junta con la dirección y salieron pedidos que debemos de atender hoy
- Nos requirieron que profundicemos más en el material
- Eso no es lo que nos solicitaron
- Debemos de concluir el reporte con información adicional
- El director nos indica, que parece ser que la información no está correcta, que no le “checa”
- El director no nos estableció prioridades, todo es para hoy
- Nos realizaron un pedido y ya vamos tarde
- Que debemos de pensar que estamos en un circo de tres pistas
- Tenemos que llevar una solución diferente a la dirección
Cuando escucho frases similares, que tienen que ver con dar, de manera constante, explicaciones a pedidos, en muchos casos no claros, con un grado importante de ambigüedad, siempre me genera la impresión de que son organizaciones desfocalizadas, que resuelven issues en el momento; donde las metas y objetivos de negocio pasan a segundo término, y el cumplimiento de estos, en caso de que se revisen, es más por casualidad o nobleza del negocio, que por las acciones que se ejecutan para lograrlos.
En organizaciones donde se genera flujo de efectivo diario, si no existe la cultura de mantener el rumbo, es decir, trabajar para lo importante, es muy fácil, simple e incluso atractivo, realizar acciones para solucionar problemas urgentes, ya que el dinero ciega la visión de largo plazo; siempre hay, no significa que en cantidades suficientes, pero invariablemente, hay para responder de forma inmediata a eventos adjuntos, no necesariamente a los de mediano y largo plazo.
La gestión con base a urgencias, es una cultura provocada por los líderes, ya que son éstos los que van estableciendo las prioridades en sus equipos de trabajo. No es nada raro encontrarse con grupos que asemejan a los equipos de fútbol de los niños pequeños, donde todos corren hacia donde se mueve el balón, todos trotan para todos lados; por lo tanto, la organización puede describirse como gallina descabezada, sin un rumbo claro ni estrategia, y con una ausencia real de gestión, que permita el cumplimiento de las metas y objetivos.
En mi Experiencia en Acción, la forma de solucionar esto, de entrada, no es simple. Requiere de tiempo e inversión, misma que se paga con creces, y además, hay un factor de paciencia y de administración de la frustración; las acciones que pudieran realizarse, se encaminan a lo siguiente:
- Se requiere un ente orquestador que vaya viendo las acciones que se van generando en la organización
- Un Centro de Comando, Cockpit, Centro de Control o similar, que lleve el control y seguimiento de los indicadores de negocio
- Un proceso de Administración del Cambio para monitorear los comportamientos
- Contar con SWAT teams para atender las urgencias, y permitir que operen
- Entre otros
La finalidad que buscan estas acciones, es mantener los objetivos y metas definidas en la estrategia, que permitan a la organización focalizarse en el logro de las mismas; filtrando las urgencias con un equipo particular de la operación natural, que permita tener claras las brechas y áreas de oportunidad que se deben de atacar para el cumplimiento.
Por el momento, aquí paro la conversación, en un blog posterior tocaremos las urgencias de la vida, gracias por leerme.
Que tengan una semana llena de la ternura de Dios.
Muy ad-hoc a mi vida laboral de toda mi historia, y como así crecí, me envuelvo fácil en las urgencias y a veces no son urgencias sino que así las interpreto por mi formación laboral. Gracias por compartirlo me ayuda a entender muchas cosas y a tratar de cambiarlas, por eso en el primer mundo las urgencias son tratadas en equipos especiales y con la toma de decisiones de los altos mandos para lograr mantener la calidad de vida de sus empleados.
Espero con ansia el de las urgencias de la vida. Un abrazo!
Es correcto Sandra hemos sido educados para atender urgencias de todo tipo sobretodo en nuestra cultura latina.
Un abraz
Muy buen artículo. Existe una frase que encontré en el escritorio de un ejecutivo que aprecio, y dice: “que una mala planeación de tu parte no represente una emergencia para mí o mi equipo de trabajo”, es decir: organizacionalmente éste ejecutivo “pintó su raya”.
La mala planeación o el sentido de urgencia se contagia, y generalmente es sumamente costosa. Es cuestión cultural. Lo vemos en el plano personal y profesional. Dificilmente una persona organizada vive o tolera urgencias recurrentes. Para algunos, es parte de un juego que permite al ejecutivo sobresalir. Hacerse presente.
Lamentablemente en nuestra sociedad existe cierta facianción por los “bomberos” en las organizaciones. Existe cierto “caudillismo” que se premia y en cambio a quien pasa desapercibido por la falta de protagonismo, constancia en resultados y estabilidad operativa que deriva de la buena planeación, no necesariamente es reconocida ni mucho menos incentivada.
Como empresario o administrador el hábito del “bombero” en su organización habla mal de su gestión, no así la capacidad de racción o flexibilidad a lo inesperado o embates del mercado, pero sí todo aquello que pudiéndose planear o haber hecho antes. Se requiere de madurez profesional el reconocer ésta situación y aún más el acabar con ésos hábitos cuando existen.
Gracias Federico, en muchas organizaciones los bomberos son las “posiciones” más peleadas porque da ese lucimiento que el ego requiere para sentirse bien.
Un abrazo
Muy buen artículo. Definitivamente se requiere una alta disciplina para no sucumbir ante la inercia de las prisas de una solución no integral.
Juan Carlos, totalmente de acuerdo, el nivel de madurez de la organización es muy importante para poder lograr no caer en las tentaciones.
Un abrazo